lunes, 21 / 04 / 2025
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La historia del músico venezolano que cada sábado brinda alegría a vecinos de El Valle

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Había pasado un mes de cuarentena en Venezuela cuando Rubén Peña, un músico que habita en la populosa parroquia El Valle de Caracas, decidió tomar sus equipos de audio para colocarlos en la azotea de su casa e interactuar con sus vecinos de la barriada y edificios que resaltan en las cercanías.

Era un sábado cuando Peña tomó la decisión de acercarse a sus vecinos así fuera por los sonidos de sus cornetas para llevarles un mensaje de aliento, colocarles música e incluso hacer un show en vivo.

Peña quiso romper con la monotonía del confinamiento que comenzó en la primera quincena de marzo en Venezuela y se ha mantenido durante ya casi 5 meses.

Peña vive en el barrio de chanclas de San Andrés de Caracas. Su casa queda en uno de los cerros y se llega a ella a través de una estrecha escalinata que zigzagea entre viviendas apiñadas.

Su experiencia fue referenciada recientemente por la agencia francesa de noticias AFP, que publicó un reportaje sobre lo que hace este venezolano para tratar de brindar -una vez a la semana- un rato distinto en medio de la pandemia, para interactuar e intentar llenar de alegría el entorno, sobre todo en una zona que está siendo golpeada por masivos contagios de covid-19, que se han intensificado durante el último mes.

Los únicos vehículos para que la música y la voz de Rubén llegué a los alrededores de El Valle son tres potentes parlantes que coloca todos los sábados sobre la azotea, desde donde aprovecha la acústica producida por la hondonada que ayuda a rebotar el sonido.

Ya con casi cuatro meses de emisiones semanales de su show, que imita a un programa de radio en vivo, Peña hace de cada sábado un espacio en el que él y sus vecinos comparten también mensajes de venezolanos que viven en el extranjero y que tienen familiares en esta parte de Caracas.

Cada sábado, Rubén sube al techo de su casa, toma un micrófono y empieza el show: canta, pone música, recibe llamadas telefónicas, promociona negocios caseros y más.

“¡Hola, mi gente!”, es el saludo de Rubén para sus vecinos. Así comienza la faena el músico de 45 años que nació y vive San Andrés.

En seguida le responden con aplausos desde lo apartamentos y el conglomerado de viviendas de bloques y zinc construidas en las montañas que bordean la zona.

Todo comenzó con un sueño

La pandemia mantiene en Caracas a bares y discotecas cerrados y, por ende, músicos como Peña se han quedado momentáneamente sin sitios para presentaciones.

“Me desesperaba porque no podía hacer lo que me gusta hacer, que es el canto”, relató Rubén.

“Una noche soñé que sacaba mis cornetas (parlantes) y me ponía a cantarle a la gente (…) Al día siguiente conversé con mi esposa (…) y le dije: voy a hacerlo como prueba y si a la gente le atrae la idea, veremos”, recuerda.

Y así continúa Rubén cada sábado, pues el vínculo que ha logrado con la comunidad “ha sido algo maravilloso”.

La interacción de Rubén con sus vecinos se evidencia cuando éstos desvían rayos de sol con espejos desde sus ventanas y otros despliegan banderas de Venezuela, pancartas o coloridos trapos, mientras que al anochecer, cuando ya va a terminar el programa, luces van y vienen a manera de despedida.

“Pensé que iba a ser algo momentáneo (…) y mira todo lo que se ha extendido ya”, expresa Rubén.

Las “secciones” de su curioso programa son variadas: una niña, en una, hace una llamada telefónica y entona una canción tradicional venezolana. Vecinos, en otra, reciben mensajes de familiares en el extranjero. Durante el show no se habla de política.

“Se nos ocurrió dar mi número telefónico a la comunidad para que sus familiares enviaran mensajes” o “llamaran”, cuenta Rubén. “Fue mágico”.

Ha recibido mensajes de todo el mundo, sirviendo como “enlace”, cuenta el músico quien tiene a su hijo mayor viviendo en Perú.

Rubén también promociona gratis pequeños negocios como peluquerías, cerrajerías o ventas de comida con ofertas que van desde hamburguesas hasta dulces tradicionales como el golfeado.

El mismo Rubén tiene un negocio de artículos de higiene personal y limpieza. “Soy músico profesional, pero no vivo sólo de la música”, explica.

Explica que se siente bien cuando va por la calle y la gente lo saluda y le da ánimos para que siga su programa.

“La gente empezó a darse cuenta quién era yo (…) y se te acerca, te felicita, te aúpa (…), es bonito”, cuenta Rubén.

Hace unas semanas, un vecino bromeó con él: “¿Qué vamos a hacer sin ti cuando levanten la cuarentena”. Rubén quedó “en blanco” por unos segundos, pero sostiene que espera continuar mientras lo pueda hacer.

“He adquirido, sin querer, un compromiso con la gente y vamos a estar aquí hasta que sea posible”, puntualizó.

(LaIguana.TV)

 

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