¿Quién va ganando a esta hora en la pugna electoral entre Donald Trump y Joe Biden por la presidencia de Estados Unidos, y quién ganará el remate final que ya se está preparando?, fue la pregunta que sirvió de punto de partida al programa de Miguel Ángel Pérez Pirela, Desde donde sea, del lunes 21 de septiembre, cuando falta poco más de un mes para los comicios.
En el desarrollo de la respuesta se hizo evidente que ambos candidatos se disputan el cargo a punta de miles de millones de dólares aportados por los individuos más ricos de EEUU y por las grandes corporaciones y lobbies que constituyen el verdadero poder de la superpotencia.
«Para comenzar este análisis debemos recordar que las elecciones en EEUU no son directas. Los ciudadanos votan y luego el presidente lo eligen los colegios electorales. También hay que tener en cuenta que son muchos los factores que entran en juego en una elección. En esta, en particular, tendrá peso el balance de la pandemia de Cocid-19, que en EEUU es ya de 200 mil fallecidos por Covid-19. Se puede hablar de genocidio por no haberse tomado las medidas apropiadas», expresó.
Otro aspecto que gravita sobre las elecciones presidenciales estadounidenses son las protestas contra maltrato y la represión policial, que ya se han prolongado durante varios meses en diferentes regiones del país norteamericano.
«Las encuestas dan diferentes ventajas a Biden sobre Trump, desde 10 puntos hasta 3. Biden va ganando hace varias semanas, pero Trump parece ir avanzando sin parar. La tiene difícil, pero no es imposible», señaló.
La encuestadora Rasmussen incluyó una pregunta que no va directamente la intención de voto, sino aprobación o desaprobación de Trump: La aprobación pasó de estar 4 puntos en rojo, en 46% a tres en azul: 53%.
«La elección presidencial se juega en Arizona, Florida, Carolina del Norte (55 delegados cada uno), Wisconsin, Michigan, Ohio y Pensilvania (64 delegados). Trump tendría que ganar cinco de estos estados para ir a un segundo mandato. Biden la tiene mucho más fácil porque tendría que ganar solo dos de estos estados. Está arriba por 5 en Michigan, por 4 puntos en Pensilvania, por 7 en Wisconsin, por 2 en Florida, por un punto en Carolina del Norte y por 5 puntos en Arizona. Esto significa que hoy en día, Trump está abajo en las encuestas y también en los colegios electorales».
Mencionó una tercera encuesta, de la firma Morning Consult, que le da ventaja a Biden en Wisconsin, de 52%, contra 47% de su rival republicano. En otros sondeos se ha consultado quién desarrollaría mejor gestión ante la pandemia. Biden supera a Trump en Maine con 60%; en Arizona con 55% y en Carolina del Norte con 52%.
Acotó Pérez Pirela que un aspecto destacado de la campaña es el de la edad de los candidatos. A pesar de estar ambos en sus 70, Trump ha tratado de demostrar mayor vitalidad. Se presenta como joven, aunque ganó en 2016 con 70 años. Biden aspira con 78 años. ¿Tendrán la fuerza para mandar o será que los presidentes de EEUU no mandan? En todo caso, es interesante que estemos frente a una especie de gerontocracia, porque EEUU no es un país de tercera edad (como sí lo son varios de Europa)».
Pese a ser una competencia entre dos adultos mayores, el voto joven es un terreno de fuerte disputa. Al respecto citó un trabajo de CNN en el que se plantea que tal “como ocurrió en noviembre de 2018 con las elecciones al Congreso, el voto joven está volviéndose cada vez más codiciado a dos meses de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. En las últimas semanas, muchos estados han experimentado un aumento en el registro de votantes jóvenes. En Minnesota, por ejemplo, los inscritos de entre 18 y 24 años aumentaron un 12% en comparación con las últimas elecciones presidenciales, según una encuesta de la Universidad de Tufts. En California han aumentado un 15%, en Georgia un 28%, en Nueva Jersey un 26% o en Vermont un 32%”.
Indica esa nota que “en las presidenciales de 2012, el 60% de los jóvenes apoyó a Barack Obama y en 2016 el 55% hizo lo propio con Hillary Clinton. En una encuesta publicada en junio por el New York Times daba una ventaja de 34 puntos porcentuales a Joe Biden frente a Trump”.
Otro punto recurrente en la recta final de la campaña es la denuncia sobre la supuesta interferencia de Rusia. «Todos menos Trump y el fiscal general, Willliam Barr, parecen admitir que Rusia es una amenaza para la integridad de las elecciones. El Departamento de Seguridad de EEUU ha informado que es probable que Rusia continúe amplificando las críticas al voto por correo y a los cambios a los procesos de votación en medio de la pandemia de Covid-19 para socavar la confianza pública en el proceso electoral. El mismo presidente Trump está planteando la posibilidad de que haya fraude si él no resulta ganador».
Un elemento peculiar de esta contienda es el de la violencia policial y las protestas. Este podría ser un factor determinante. En la Convención Nacional Republicana, Trump se empeñó en asustar a los votantes conservadores para que retornen a su redil. “Si la izquierda gana el poder, demolerán los suburbios y confiscarán sus armas de fuego”, advirtió jugando al cuento de ahí viene el lobo, que en este caso sería la izquierda, que el encarna en Biden, de acuerdo al enfoque macartista de Trump.
Entre los factores que pueden determinar las elecciones está, sin duda, el manejo gubernamental del Covid-19. Según una encuesta de CNN, solo 40% aprueba la manera en que Trump se ha enfrentado al virus. 55% lo cuestiona.
Los ricos mandan
Para completar una visión de lo que está en juego en las elecciones presidenciales estadounidenses, Pérez Pirela leyó y comentó fragmentos de un trabajo publicado por el portal Contexto Latinoamericano, titulado Elecciones presidenciales en EEUU: democracia del dinero
«Los votantes que acuden a las urnas lo hacen un día laborable; aproximadamente 100 millones de estadounidenses con capacidad electoral deciden no votar, como sucedió en el 2016; las minorías son víctimas de hostigamiento e intimidación; las regulaciones electorales son muy engorrosas y paradójicamente es posible que uno de los candidatos pueda convertirse en presidente sin ganar el voto popular (…) Es un sistema que en la práctica excluye a millones de potenciales electores, promueve la desconfianza sobre la transparencia y legitimidad de sus resultados y hace difícil los procesos de registro, solicitud de boletas y ejercicio del voto. Lo más insólito, es que tiene respaldo constitucional para que la voluntad de la mayoría de los votantes sea desconocida como ocurrió en las últimas elecciones presidenciales cuando Hillary Clinton obtuvo casi 3 millones de votos más que Donald Trump».
El referido trabajo periodístico cita, a su vez, una reciente investigación titulada “100 millones: La historia no contada de los estadounidenses que no votan”, realizada por la Knight Foundation y la firma consultora especializada Bendixen & Amandi International. Según dicho estudio, ese 43% de ciudadanos norteamericanos que deciden no acudir a las urnas están profundamente desmotivados. «Las razones fundamentales de su comportamiento son: consideran que el sistema electoral es corrupto, desconfían en su funcionamiento, valoran que los comicios no representan la voluntad del pueblo, el voto popular no determina el resultado de las elecciones y no se sienten atraídos por ninguno de los candidatos».
«¿Ustedes sabían que esos 100 millones de estadounidenses (45% del padrón) no votan? ¿Entonces quién elige en verdad al presidente de EEUU?», se preguntó el moderador de Desde donde sea. La respuesta contenida en el mismo reportaje es que lo eligen los más ricos.
«Es un sistema electoral que ha colapsado y sus cimientos descansan en su piedra angular: el dinero. (…) Durante la campaña presidencial del 2016 entre ambos aspirantes gastaron un total de 2 400 millones de dólares. (…) Pero esa cifra será superada y este ciclo electoral impondrá un récord histórico al romper la barrera de los 3 mil millones. Según un artículo investigativo publicado por el New York Times el pasado 7 de septiembre, la campaña de Trump hasta julio había recaudado 1 100 millones y si le sumamos los 210 de agosto sería un total de 1 310 millones. Por su parte, de acuerdo a los datos de la Comisión Electoral Federal y a la suma recaudada en agosto, Joseph Biden ha recibido 843 millones. (…) Según la firma estadounidense Kantar/CMAG, especializada en monitorear el gasto en publicidad, entre los dos aspirantes ya tienen comprometido hasta noviembre 445 millones solamente en anuncios televisivos. De ese total, 111 millones serán destinados exclusivamente para la Florida».
«Todas estas cifras aumentarán considerablemente cuando se contabilice el dinero empleado en financiar los anuncios en las redes sociales. (…) Hasta mediados de agosto, Trump gastó 41 millones en anuncios en Facebook y Biden, 31 millones en esa misma plataforma tecnológica. El posicionamiento de mensajes en estos espacios constituye una prioridad dentro del diseño electoral de ambas campañas que están obligadas a contratar a compañías y consultores especializados en materia de comunicación política digital» (…) Desde 2010 es una práctica habitual la circulación del denominado ‘dinero oscuro’ que procede de donantes que no declaran su identidad a los registros oficiales, lo que está respaldado por una decisión de la Corte Suprema en el caso Citizen United (…). Según Open Secrets, una reciente investigación sobre este tipo de donaciones arrojó que solamente el 10% de este dinero es reportado por las campañas políticas a la Comisión Electoral Federal. El estudio también concluyó que en estas elecciones entre ambos candidatos han recibido aproximadamente 350 millones por ese concepto. En esencia, las ‘reglas’ que rigen el financiamiento electoral son tan flexibles que en la actualidad no se sabe con certeza cuánto dinero recauda y gasta cada aspirante. Las cifras que se divulgan son las que declaran las campañas según sus cálculos políticos e intereses. La realidad indica que cualquier estimado sobre estos montos es una aproximación conservadora».
«Las principales contribuciones para ambos candidatos provienen del sector financiero, compañías inmobiliarias, empresas de seguros, fondos de inversiones, firmas de abogados y corporaciones vinculadas al sector energético», añade la investigación de Contexto Latinoamericano.
«¿De qué democracia hablamos en EEUU? Es un carnaval, una pantalla hablar de democracia y elecciones en EEUU, y lo irónico es que este es el país que bombardea, sanciona bloquea y asesina líderes de otros países porque no son democráticos. Cabría preguntarse si un ciudadano de a pie, incluso de clase media alta, ¿podría aspirar a ser presidente de EUU? No, porque los gastos son billonarios”, opinó el filósofo y comunicador.
El trabajo analiza la pro eminencia del dinero que alimenta las campañas de los dos grandes partidos estadounidenses.
«Desde el punto de vista de la distribución geográfica, la mayor cantidad de dinero proviene de California (117 millones), Nueva York (72 millones), Florida (37 millones), Washington DC (34) y Texas (32), territorios en los que existe una alta concentración de billonarios y donde tienen su sede gran parte de las compañías más poderosas del país. Entre los de Trump hacia el sur se concentran los más ‘generosos’ contribuyentes del candidato republicano en una campaña marcada por la promoción del odio, la violencia y la denominada ‘lucha contra el socialismo’ (…) El apoyo financiero a Biden se ha centralizado fundamentalmente en cinco áreas: el sector financiero de Wall Street con más de 50 millones de dólares, las compañías de las nuevas tecnologías con sede en el Silicon Valley en California que han aportado más de 20 millones, las firmas de abogados, los bienes raíces y la industria del entretenimiento».
«Según un artículo publicado recientemente en The Washington Post, hasta este momento Trump ha gastado alrededor de 800 millones y Biden 414. Por lo tanto, en apenas unos meses ambos candidatos han invertido más de 1 200 millones de dólares en el camino hacia la Casa Blanca y por si fuera poco ha trascendido que el candidato republicano está valorando desembolsar 100 millones de su fortuna personal para reelegirse».
¿Representa Biden un cambio?
Finalizó el análisis con una consideración acerca de si Joe Biden significaría realmente un cambio en EEUU.
“Se suele vender a Biden como futuro presidente alternativo, de izquierda, algunos con mucha ignorancia dicen que es casi comunista. Nada más lejos de la realidad. En EEUU mandan la industria armamentista y los lobbies. Para los países latinoamericanos, y en particular para Venezuela, cambia poco a nada quien gane porque ambos son imperialistas, colonialistas y guerreristas. Son claros además los vínculos de Biden con la sangrienta, injusta e inhumana guerra de Irak, pues era parte del Congreso que aprobó la invasión en 2003.
El moderador leyó declaraciones de Biden, excusándose por aquella decisión: “El error que cometí fue confiar en el presidente Bush, quien me dio su palabra de que estaba usando la votación del Congreso con el propósito de hacer que los inspectores vieran lo que estaba sucediendo (en Irak), si estaban produciendo armas nucleares”, dijo Biden.
Antes que el partido demócrata decidiera que Biden sería su candidato oficial, en un acto de precampaña, un soldado veterano estadounidense que estuvo en la guerra de Irak, increpó a Biden y le dijo que tenía las manos manchadas de sangre por todas las víctimas que cayeron en el país del Oriente Medio.
Señaló que Biden ha sido contradictorio sobre el tema porque en 2018 votó a favor de darle una medalla a Bush, el presidente que supuestamente lo engañó. “¿A quién le creemos: al Biden que dice que Bush lo engañó o al que votó a favor de darle una medalla a Bush por su actuación como presidente?”, interrogó.
Contacto con la audiencia
Pérez Pirela destacó que la interacción de la audiencia comienza incluso antes de que el programa esté en el aire y leyó varios mensajes que fueron enviados en ese tiempo. Agradeció ampliamente a sus autores.
También dio las gracias al creciente número de usuarios que están participando desde EEUU, cifra que ha venido aumentando en los últimos días y que ya compite con el número de participantes de Colombia.
A instancias de una persona que escribió desde España, deploró que en esa nación y otras de Europa se hayan relajado por completo las normas para la contención de la pandemia, dando origen a un rebrote muy peligroso cuando ya está comenzando el otoño. “No entiendo qué está pasando. Europa en marzo vivía una especia de apocalipsis que, por fortuna, fue controlado, pero ahora los europeos están en las playas y las terrazas de los cafés como si no hubiese pasado nada”.
Libro
La obra recomendada de la noche fue Drogas: prohibición o legalización, una nueva propuesta, del expresidente de Colombia y exsecretario general de la Unión de Naciones de Suramérica, Ernesto Samper Pizano.
(LaIguana.TV)