En los últimos tiempos se ha extendido la idea de que ser eurodiputado es un chollo. Elevados sueldos libres de impuestos, dietas astronómicas, viajes pagados, largos fines de semana, poquito trabajo… Son algunas de las prebendas que el imaginario público atribuye, puede que de forma infundada, a los miembros del Parlamento europeo.
Pero para József Szájer, que es eurodiputado por Hungría desde 2004, su escaño sí se ha convertido en un auténtico chollo, en un asiento liberador que le ha permitido llevar una doble vida, aunque quizá sea solo por una noche. Szájer, de 59 años, es uno de los fundadores del partido de ultraderecha Fidesz que gobierna en Hungría.
József Szájer, eurodiputado y fundador del partido homófobo del presidente de Hungría, ha dimitido hoy tras ser cazado en una orgia con 25 hombres pic.twitter.com/U4eiGMZ70j
— Igualdad LGBT 🏳️🌈 (@IgualdadLGBT) December 1, 2020
Veto al matrimonio gay
Fidesz, capitaneada por el primer ministro húngaro, Viktor Orban, es una formación de ultraderecha, cristiana, homófoba y euroescéptica. Llegó al poder en 2010 y no dudó en poner en marcha su desacomplejada agenda contra los gays. Reformó la Constitución en 2011 para dejar claro que el matrimonio solo puede ser la “unión entre un hombre y una mujer”.
Y después, a través de emiendas y remiendos legales, ha ido acotando todavía más las libertades sexuales prohibiendo, por ejemplo, que las parejas gays puedan adoptar niños o vetando el reconocimiento legal para las personas que han cambiado de sexo. En el Fidesz, cuya candidatura en los comicios de 2010 logró el 52% de los votos, saben que estas políticas homófobas son aplaudidas por su público.
Por eso han impulsado otras iniciativas, quizá un poco disparatadas, para congraciarse aún más con el votante ultraconservador. Medidas como darse de baja del festival de Eurovisión, que tanto gusta al público gay, o boicotear el musical Billy Elliot, que tuvo que anular algunas de las representaciones que tenía agendadas en la Ópera de Budapest para evitar que los jóvenes espectadores cayesen en la tentación de convertirse en homosexuales.
Szájer encaja a la perfección en el perfil de político que se espera de su partido. Es un hombre blanco, de mediana edad, casado con una jueza del Tribunal Constitucional de su país, padre de una hija y defensor con ahínco los valores de la tradición cristiana. Y aunque su partido es euroescéptico, no ha tenido reparo en representarlo en el Parlamento europeo durante más de 15 años.
Orgía con otros 24 hombres
Pero el pasado viernes a Szájer lo pillaron con el carrito del helado. La culpa fue del coronavirus. El político húngaro modelo se fue a una orgía gay con otros 24 hombres entre los que se encontraban también algunos diplomáticos. No se sabe si era la primera vez que participaba en una fiesta de estas características o si lo tenía por costumbre. El caso es que nadie hubiera dicho ni pío porque la francachela tuvo lugar en Bruselas donde la manga es mucho más ancha que en Budapest.
Pero se da la circunstancia de que en Bélgica hay restricciones por la pandemia del coronavirus, los bares y restaurantes están cerrados, las reuniones, limitadas a unas pocas personas y las fiestas, ya sean orgías o cumpleaños de escolares, prohibidas. A las autoridades belgas les da lo mismo lo que hagan los eurodiputados con sus vidas en sus ratos libres, pero por la vulneración de las restricciones anti Covid no pasan.
Así que la Policía detectó la fiesta ilegal e hizo algunas detenciones. Encontró, como suele ocurrir en estos casos, drogas y abrió las correspondientes diligencias. Szájer dimitió el mismo viernes antes de que estallara un escándalo que, al final, no ha podido evitar. Ayer trascendió lo de la orgía y también que entre los celebrantes había un eurodiputado. Fue cosa de horas que se develase su nombre.
El político húngaro, que ya no es tan modelo como parecía, redactó un comunicando en el que habla de su “paso en falso” y de sus “30 años de devoción y de trabajo duro”. Habrá que ver si esa especie de disculpa le sirve de algo. Lo de pagar la multa es el menor de sus problemas. A Szájer se le abren ahora dos frentes más problemáticos.
“Tenemos sexo unos con otros”
Por un lado, tendrá que esperar a la reacción de Orban, quien quizá no celebre las declaraciones del anfitrión de la orgía: «Siempre invito a mis fiestas a algunos amigos, que luego traen a otros y nos lo pasamos bien juntos. Hablamos un poco, bebemos algo, como en un café. La única diferencia es que mientras tanto también tenemos sexo unos con otros. No veo nada de malo en ello», ha asegurado al diario Het Laatste Nieuws David Manzheley, el joven de 29 años que organizó el encuentro.
Por otro lado, Szájer tendrá que afrontar su condición de investigado por saltarse las leyes belgas de consumo de drogas, pues tras renunciar a su escaño, ha perdido la preciada inmunidad parlamentaria de la que gozaba desde que entró en la eurocámara en 2004.
(lavanguardia.com)