El Gobierno de los Estados Unidos instó a Venezuela y a Cuba a que rechacen dos supuestos buques de guerra iraníes que, según aseveran en Washington, traerían armas destinadas a Caracas, al tiempo que amenazó con tomar «medidas apropiadas», si estos gobiernos no acceden a cumplir su demanda, pues estima que la presencia de estos barcos en su zona de influencia representa una «amenaza» para sus socios en el hemisferio, reporta Politico, un portal estadounidense especializado en la fuente política.
Citando a «tres personas informadas sobre la situación», este medio asegura que «las advertencias, algunas públicas y otras privadas, (…) se producen cuando los barcos han viajado una distancia significativa a través del océano Atlántico». Un «alto funcionario de la administración Biden» le habría dicho, asimismo, que «se cree que los barcos transportan armas para cumplir con un acuerdo que Irán y Venezuela hicieron hace un año».
«El funcionario no especificó los tipos de armas involucradas, pero el verano pasado hubo informes de que Venezuela estaba considerando comprar misiles de Irán, incluidos los de largo alcance, y los asesores del entonces presidente Donald Trump advirtieron repetidamente al líder venezolano Nicolás Maduro contra tal medida», añade Politico.
Empero, a pesar de las aseveraciones de la Casa Blanca, no existe prueba alguna de que Caracas y Teherán hayan suscrito un acuerdo para la transa de armas y tampoco ha trascendido el contenido de los informes en los que se probaría el presunto interés de Venezuela en adquirir armamento fabricado por Irán, por lo que, aunque los datos hayan sido presentados como fidedignos y confiables, no hay modo de corroborarlos.
Las referencias del portal especializado relacionadas con este caso, no contribuyen a disipar las dudas. Con base en lo aportado por «la comunidad de inteligencia», se asevera que existe evidencia «de que uno de los barcos, el Makran, lleva botes de ataque rápido, probablemente destinados a la venta a Venezuela», según sostuviera «un funcionario de defensa y otra persona familiarizada con la inteligencia».
Seguidamente, se precisa que si bien las imágenes satelitales del barco proporcionadas por Maxar Technologies a principios de mayo mostraban «siete botes» de ataque rápido sobre la cubierta del Makran, seguidamente se destaca que no está «claro si esos barcos todavía estaban a bordo cuando el barco comenzó su viaje».
El senador Marco Rubio, uno de los agentes más activos en la promoción del derrocamiento del Gobierno venezolano, que además ocupa la vicepresidencia del Comité de Inteligencia del Senado, escribió en Twitter que el viaje de las embarcaciones iraníes «no parecía una entrega» de combustible o petróleo, sino que tenía «todas las marcas (…) de una venta de armas (como botes de ataque rápido) a Venezuela junto con la oportunidad de proyectar un mensaje de fuerza a la administración Biden».
A pesar de todas las inexactitudes y presunciones de la versión adelantada por el Gobierno estadounidense, el alto funcionario de la administración Biden con el que contactó Politico insistió en ella y aseguró en un comunicado que «la entrega de tales armas sería un acto de provocación y se entendería como una amenaza para nuestros socios en el hemisferio occidental», razón por la cual su gobierno se reservaría «el derecho de tomar las medidas apropiadas (…) para disuadir el tránsito o la entrega de tales armas», en cooperación con sus socios del hemisferio.
De nuevo, apelando a dos fuentes del departamento de Defensa y del Congreso de Estados Unidos que habrían solicitado el anonimato a cambio de ofrecer declaraciones sobre el tema, el medio estadounidense aseveró que Washington estaba «presionando a Caracas y La Habana por canales diplomáticos para que no permitan que las embarcaciones atraquen en sus países», aunque las presiones incluirían a «otros países de la región». El objetivo, dijo el funcionario del Congreso, sería «asegurarse de que rechacen los barcos».
La rocambolesca trama defendida por Washington indica que el gobierno del presidente Nicolás Maduro estaría «tratando de aprovechar la situación para obtener alivio de las sanciones estadounidenses impuestas por la administración Trump», pero «los intermediarios estadounidenses han comunicado a las autoridades venezolanas que permitir que los barcos atraquen allí haría menos probable que Estados Unidos proporcione al país un alivio de las sanciones».
Del otro lado, aseguró un funcionario del departamento de Defensa a Politico, «Teherán está avanzando con el viaje con la esperanza de presionar a Caracas para que permita el atraque de los barcos». Esta fuente también reconoce que «no quedó claro de inmediato si la administración de Biden también consideró las armas como una amenaza para los propios Estados Unidos».
Pese a la falta de pruebas y que en el informe que se cita como motivación de las acciones estadounidenses se menciona un interés para la adquisición de armas entre los dos países y no se alude a un hecho consumado, el funcionario de defensa aseguró que «Irán vendió armas a Venezuela hace más de un año».
Mientras tanto, Estados Unidos ha monitoreado el avance de los barcos desde que partieron del Golfo Pérsico, dos semanas atrás, acción que Irán calificó como «ilegal y ofensiva».
A través de un portavoz, la nación persa defendió su derecho «de celebrar lazos comerciales en el marco de las leyes y regulaciones internacionales, y considera que cualquier interferencia y seguimiento de estas relaciones es ilegal y ofensivo».
De acuerdo con reportes estadounidenses, los barcos se desplazaron por la costa este de África, cruzaron por el Cabo de Buena Esperanza y ahora navegan por el Atlántico en dirección noreste, sin que hayan aportado precisiones acerca del destino de las embarcaciones.
Para otorgar credibilidad a la supuesta carga bélica de los barcos, refieren que el Makran, antes dedicado al transporte de petróleo y ahora convertido en «base avanzada de operaciones», viaja «acompañado por el Sahand, la fragata más nueva de Irán», sintetiza Politico.
La preocupación del departamento de Defensa parece estribar en que, de ser cierto que se trata de buques de guerra, sería «la primera vez que la armada iraní ha dado la vuelta al cabo o ha llegado tan lejos al otro lado del Atlántico», indicó el funcionario del departamento de Defensa. No obstante, Politico no pudo comprobar esta versión pues no recibió respuesta del Pentágono ni del Congreso.
Hasta el momento, los voceros estadounidenses consultados por el portal sostienen que la administración demócrata «está tratando de resolver la situación a través de la diplomacia», aunque senadores como Rick Scott (republicano) defienden el belicismo estadounidense, amparándose en una presunta falta de colaboración de Caracas y La Habana.
«Seamos realistas: el régimen de Maduro y el régimen de Castro, no trabajan con nosotros. No respetan a sus ciudadanos. No respetan a nuestro gobierno», arguyó en una entrevista.
Por otra parte, expertos como Farzin Nadimi, del Washington Institute for Near East Policy, especializado en el análisis de la estrategia naval y las industrias de defensa de Irán, estimó que si Irán entregara buques de ataque rápido a Venezuela, ello podría traer como consecuencia que la armada venezolana desarrollara «tácticas similares a las practicadas por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica» el el Golfo Pérsico, un asunto que traería «graves repercusiones en el futuro».
«La amenaza es el precedente que sienta, porque el embargo de armas de la ONU ya no es sobre Irán y son libres de importar y exportar», sostiene, de su lado, Kirsten Fontenrose, miembro del Atlantic Council y exfuncionaria del Consejo de Seguridad Nacional durante la administración Trump especializada en Medio Oriente.
Asentada en especulaciones, Fontenrose dijo que «podría ser la primera de muchas transferencias» de armamento y la puesta en obra de un modelo que ella denomina «de cero a héroe», en el que se arma «a gobiernos fallidos o grupos de poder y los hacen más grandes de lo que son capaces de ser por sí mismos» con el fin de «amenazar los intereses estadounidenses».
La narrativa desplegada por Washington en esta ocasión resulta familiar a la que empleara antes de ejecutar acciones bélicas contra Irak, Libia o Siria. Entonces, se acusó a los gobiernos de esos países –todos poco dóciles ante los dictámenes de la Casa Blanca–, de poseer armas de destrucción masiva o de atacar con armas químicas a la población civil. En todos los casos se reveló que lo dicho era falso, pero ya el mal estaba hecho.
(LaIguana.TV)