Este jueves 30 de septiembre el filósofo y comunicador venezolano Miguel Ángel Pérez Pirela ofreció una clase sobre la filosofía de Ludwig Feuerbach (1804-1872), pensador alemán a quien no se le ha dado la relevancia histórica que merece, ni ahora ni entonces, aún cuando es una figura de bisagra entre dos inmensas personalidades: Georg Hegel y Karl Marx.
Entrando en materia, Pérez Pirela apuntó que a contrapelo de la noción del sentido común impuesta por la tradición, según la cual el Hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, Feuerbach dirá que el Hombre creó a Dios y a su imagen y semejanza.
A efectos de orientar la discusión, precisó que el libro base para desarrollar la disertación, «La esencia del cristianismo», se publicó en 1841. En él se define a Dios como una suerte de «recipiente» de todas las características del Hombre y, además, se asegura que la Filosofía es independiente de la religión, pues su tarea es criticarla, no fundamentarla, como hizo el idealismo alemán, con Hegel a la cabeza.
En ese orden, aclaró que para Feuerbach, el idealismo alemán, corriente predominante en su tiempo, es Teología y para superar esta limitación, apunta por recuperar el proyecto filosófico de Immanuel Kant, basado en la crítica filosófica.
En su argumentación, Feuerbach insiste en que los idealistas pretendían derivar lo concreto de lo abstracto, es decir, del pensamiento, de las ideas y los rebate sosteniendo que es la realidad la que sostiene el pensamiento, de manera tal que lo concreto produce lo abstracto, una noción que será fundamental para que Karl Marx planteara posteriormente que solamente existe la realidad histórica, sintetizó el educador.
De lo anterior se desprenderá que es el Hombre, en cuanto conciencia encarnada, el que crea a Dios y no al revés, apuntó, y por tales postulados se considera a Ludwig Feuerbach fundador del materialismo contemporáneo.
Dios, Teología, religión: Los caminos de Feuerbach
Miguel Ángel Pérez Pirela recordó que en el Medioevo se consideraba que Dios era bello, bueno, uno y verdadero, y contrapuso estos trascendentales con la definición que ofreciera Feuerbach de Dios: una proyección hacia un «más allá», siempre exterior, de los miedos, valores, conceptos y deseos del ser humano.
Esta idea, refirió, dio origen al concepto de alienación, que fuera extensa y exitosamente desarrollado por Marx, quien a pesar de estar en deuda con Feuerbach, no dudó en criticarlo, tal y como el propio Feuerbach había hecho con Hegel.
Si en lugar de ser Dios el creador del Hombre, es una creación del ser humano, entonces, asevera Feuerbach, la religión es una estructura creada por el Hombre para que coincidan el deseo y la realización, que viene a resolver sus miedos y le hace creer que puede superarlos.
La aserción anterior tiene consecuencias, destacó el comunicador venezolano, puesto que la religión sería ya no una Teología sino una Antropología, en tanto su propia existencia es fruto del Hombre.
El modo de operación, detalló, es que el Hombre sitúa fuera de sí aquello que no entiende, que escapa de su conocimiento. Dicho de otro modo, esto significa que cuando llega a un límite epistemológico, proyecta fuera de sí lo que no conoce, lo que desea.
Frente a esto, Feuerbach sostiene que en la medida que la humanidad y la Ciencia avanzan, en esa medida crece el conocimiento y se reduce el espacio para Dios, en favor del espacio de la Ciencia.
Esta noción, subrayó Pérez Pirela, es el fundamento del reemplazo de la Teología por la Antropología que propone el pensador alemán y también el hilo del que se cuelga para afirmar que la religión habrá de devenir, a su vez, en la Política.
Al contrario de lo que aseverarán Marx y el marxismo, Feuerbach no cree que la religión surge porque grupos de poder como jerarquías religiosas, se ponen de acuerdo para convencer a las masas de la idea de Dios y sojuzgarlas a partir de esa idea, sino que estos grupos son una consecuencia de la creación de Dios por parte de los seres humanos.
Más específicamente, apuntó el pensador criollo, son las personas que sufren las que requieren crear la idea de Dios, la idea de un «más allá» que les apoye para poder seguir viviendo, una tesis que Feuerbach resume en la frase: «Dios es el eco de nuestro grito de dolor».
De la religión a la Política: La alienación
Como otros pensadores de su tiempo, Ludwig Feuerbach insistirá en que la religión debe dar paso a la Política, pero irá más lejos, al asegurar que este paso implica que el Estado deviene en enemigo de la Religión y en salvador del Hombre, pensamiento condensado en la frase: «El Hombre para sí, es Hombre; el Hombre con el Hombre, es Dios». De modo tal que será la Política la nueva religión –y no Dios o la Ética– la que ordene la vida del Hombre y las necesidades humanas serán satisfechas por el Estado.
De otro lado, por entender a Dios como proyección exterior del Hombre, se define el concepto de alienación religiosa, que para Feuerbach surge por la angustia y la necesidad de establecer códigos fuera de la acción humana.
Esto se expresa, explicó el también director de LaIguana.TV, en otorgar cualidades humanas a Dios y una vez creada la figura, el ser humano se rinde ante ella, rezándole.
Sin embargo, Feuerbach no cree que la alienación religiosa sea una condición insuperable y más bien afirma que el camino para salir de ella es reempoderarse de los propios deseos, miedos y límites para alcanzar la libertad, un punto que define su humanismo filosófico.
Así, si el volcar los miedos y los deseos en una exterioridad como la idea de Dios conduce a la falta de libertad, reconocer los límites que tenemos como seres humanos, nos da acceso a la dignidad, idea que puede resumirse en la frase: «Mejor es ser libre en la tierra, que ser esclavo en el cielo».
Más que un mero acto declarativo, el planteamiento de Feuerbach invita a la acción, resaltó Pérez Pirela. No en balde, el alemán apunta que Dios, un ser inexistente creado por el Hombre, termina imponiendo una moral que es antinatural. Estas imposiciones, denuncia, se hacen a través de la religión, por lo que ese ser inexistente, termina atentando contra la libertad del Hombre.
De este modo, en su juicio impera que se rebaje a conceptos como la inmortalidad, a la simple categoría de «creencia humana», pues se basan en miedos y en deseos profundos, pero no tienen una existencia real.
Feuerbach en su contexto histórico y más allá
Para Pérez Pirela, el pensamiento de Feuerbach ha de ser puesto en su contexto histórico, pues surgió en medio de una «dictadura» del idealismo hegeliano. Además de sus innegables aportes, invita a retomar el proyecto de filosofía crítica kantiana, pero va todavía más lejos, porque cuestiona la razón al poner en cuestión el uso que de esta hace Hegel para justificar la Teología, cosa que no hace Kant.
A este respecto, detalló que para Feuerbach, la Metafísica idealista hegeliana es una forma encubierta de Teología, por lo que bajo este punto de vista no puede interpretarse como otra cosa distinta que la religión sistematizada por la razón. Y si la religión es creación humana, su estudio debe ser objeto de la Antropología y no de la filosofía.
A su criterio, es este punto el que enlaza el pensamiento de Fuerbach con el de Marx, pues este asegura que Feuerbach «nos hizo caminar con los pies sobre la tierra», porque en su filosofía, la alienación se asume como el extrañamiento del obrero con su creación, en tanto que lo que produce, se produce a cambio de un salario.
Para aclarar el camino de uno a otro, Pérez Pirela recordó que el materialismo sostiene que todo está hecho de átomos, es decir, que es materia, por lo que ninguna cosa puede existir sin esa condición. Dicho de otro modo: no existe nada en el mundo que sea espíritu.
Así, Marx sostiene que el materialismo de Feuerbach, aunque crítico de Hegel, acaba siendo contemplativo, pues en él el mundo se presenta como cosa fija, inmutable, despojada de toda relación con la actividad humana y replica que nada que haga el ser humano en su devenir, está separado de su actividad en tanto ser humano.
La razón de esta refutación, explicó, es que para Marx el mundo es una materia que está sujeta al desarrollo histórico y no algo que permanece fijo.
Regresando a Feuerbach, precisó que la potencia de su pensamiento puede sintetizarse en que desde su punto de vista, la Filosofía surge como «poderosa actividad humana» que tiene como propósito criticar la religión y no fundamentarla.
Nuevamente, apeló a una frase del filósofo que ilustra lo declarado y que calificó de «devastadora»: «La religión tiene por padre la miseria y por madre la imaginación».
Esto quiere decir, «tiene por padre la miseria» en tanto Dios es proyección de los miedos, angustias, deseos y su madre es «la imaginación» porque a esa entidad inexistente se le atribuyen características humanas idealizadas, imposibles de satisfacer en la práctica, puesto que el Hombre solo existe dentro de una realidad empírica y no en una idea de Dios o alguna Metafísica, dijo, a modo de cierre.
(LaIguana.TV)